“Yo empecé a predicar a las personas acerca de la belleza de la religión y del conocimiento.
¡Oh, pueblos! ¡Hombres, nacidos en la Tierra, atascados en la embriaguez, en el sueño y en el desconocimiento de Dios! ¡Desembriáguense, sacúdanse de su libertinaje e insensibilidad, despierten de su entorpecimiento!
¿Por qué, oh hombres, se abandonan a la muerte, cuando pueden alcanzar la Inmortalidad?
¡Ustedes, desviados, que están marchitándose en su ignorancia, ábranse, diríjanse a su verdadera esencia!
¡Aléjense del camino oscuro, iníciense en la Inmortalidad, rechazando sus imperfecciones de una vez y para siempre!
¡Sólo en Dios encontrarán el bien, sólo en Él y en ninguna parte más!”
(De la invocación de Hermes a los egipcios)
La Atlántida era un archipiélago que constó de dos islas grandes, situadas en el Océano Atlántico cerca del Mar Mediterráneo. Allí vivían los atlantes formando una civilización muy desarrollada. La particularidad más importante de la Atlántida fue que allí, por mucho tiempo, predominó el sistema del verdadero conocimiento religioso filosófico, lo que permitió a muchas personas progresar rápidamente en su desarrollo y alcanzar la Divinidad, terminando de esta manera su evolución personal.
Sin embargo, con el tiempo la cultura espiritual de la Atlántida se degradó porque el poder en el país había sido tomado por las personas agresivas y primitivas, que preferían la magia negra y el predominio sobre los demás a la aplicación de los principios del verdadero desarrollo espiritual. Entonces, Dios sumergió las islas de la Atlántida en el océano.
No obstante, el conocimiento espiritual más alto fue transportado por los Atlantes, Que alcanzaron la Divinidad, a Egipto y a otros países, en los cuales éste existió durante algún tiempo, formando la base de sus culturas espirituales.
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